Pararse a Pensar

“Pararme a pensar con quien conmigo venga”
  • ¿Esto no es contradictorio? Si vas, no paras, ¿no?
  • Pues sí; …pero no.
 

Cuando decimos que “pensar es pararse a pensar”, hablamos de bajar el ritmo de las urgencias inmediatas, las que nos separan de nosotros mismos, y nos impiden habitar el mundo en el que vivimos como un verdadero hogar.

Pero si no somos capaces de tomar la rienda y detenernos, nuestro entorno se parecerá más a una pensión de mala muerte en la que siempre estamos de paso. Siempre provisionales, como tristes viajantes deseando volver a casa.

Queremos habitar nuestra casa.

Y si pararse de repente puede ser brusco y difícil, podemos ir al paso.

De hecho, muchas veces ir al paso es la mejor manera de dejar que despierten los sentidos y la capacidad de observación.

Ir al paso es pasear por el patio de tu casa.

  • ¿Tú te imaginas?

Remontar el Camino de los Campamentos, en la Fuenfría con La Peñota a un lado, oyendo el rítmico crujir de tus botas sobre las piedras, oliendo a jara, bajo los robles y los pinos y la brisa en la cara…

Mirar lejos y regalarle a tu alma kilómetros y kilómetros de paisaje abierto con los que sustituir la pantalla de tu ordenador, que has dejado atrás cerrado al fondo de un cajón…

Sintiendo la calma. Estando centrados. Siendo conscientes.

Vamos, igualito que el del chiste:

  • ¿Qué tal?
  • Nada, por aquí haciendo un mandala para relajarme

 

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…Está claro que necesitamos bajar el ritmo y recuperar el timón de nosotros mismos.

Y aunque siempre hay remedio, es mejor evitar la sensación de haber pasado casi toda la vida agotándonos por haber corrido sin parar hacia donde no queríamos.

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Pararse a pensar, aunque sea andando y conversando (¡o incluso haciendo running!), no va a solucionar nuestros problemas, pero los coloca en el punto de vista adecuado.

En el sitio en el que se ven en su verdadera dimensión.

Y no solamente vemos así las cosas malas. También adquiere su tamaño preciso todo lo demás: nuestras capacidades, nuestras circunstancias, lo que tenemos y podemos y también lo que no tenemos y no podemos… 

Pararse a pensar nos hace conscientes, que es la antesala sabia de la felicidad posible.

Eduardo Revuelta, agosto 2021